Tú no has colocado una luna en el cielo de Madrid. Ni césped en la Plaza mayor. Ni una valla de chicles pegados. Ni banderas de billetes, ni una pared de monedas, ni un laberinto de vallas de obra. Ni eres artista urbano. Por lo tanto, no eres Spy. Todo lo que hace tiene una potencia brutal tanto en imagen como en mensaje. Yo quiero ser Spy.