Hay algo que une todo y que no es un estilo editorial. Es la falta de movimiento. Esta fotógrafa parece parar el tiempo en un instante precioso donde el mundo continúa, pero el espectador se queda fijado en lo que la fotógrafa decide. Las personas piden una atención sosegada, sin llamar la atención, sólo rompiendo la cuarta pared para reclamarla. Un retrato muy de «La vida simple» (léelo y querrás irte al Baikal a pasar una temporada) aunque sea sofisticada. Comida, niños, gente trabajando, gente descansando, gente disfrutando, gente posando, gente feliz y gente tranquila. Ver su trabajo es una tarea relajante. Y creo que le gusta el queso, los perros y los niños. Una joya. Como su Instagram.